sábado, 28 de abril de 2018

YO LOS ENTIENDO


Saludos.

Si, los entiendo y comprendo que estén eufóricos. De verdad que si porque todo apunta que éste año, por fin y tras un largo receso, puede que logren retos importantes.

Nosotros sabemos bien lo que supone estar ahí arriba, entre los mejores en Europa (octavo Equipo más laureado del continente) ganando títulos, marcando hitos que pocos podrán igualar en años, muchas finales, muchos kilómetros... lo sabemos y debemos comprender que cuando se acercan a la gloria, lo celebren sin contención, sin mesura, sin pudor alguno y sacando desde muy dentro tanta rabia contenida, tantos años de mediocridad, de desconsuelos, de penas y lamentos. Es justo porque nosotros también tuvimos una travesía del desierto hasta que abrimos la Puerta más grande.

Y los entiendo porque lo hacen en tan contadas ocasiones que se desbordan cuando acontece y celebran por anticipado algo que aún no ha llegado, que no ha sucedido, que quizás ocurra y que puede, además, salirles mal (como la última vez). Y para su empobrecimiento habitual y contumaz, le otorgan un valor desproporcionado (por lo fútil) al “quedar por encima”. Incluso entiendo, que no comprendo, que echen una oportuna mano a la memoria selectiva, tan falsa e inconsistente que en ocasiones rayan en el ridículo o caen directamente en él. Tras más de un siglo viviendo a la sombra, con contadísimas y excepcionales ocasiones inversas, es normal que cuando se acercan a ver el sol, estallen. Es normal.

El “siempre fuimos mejores”, escuchado y leído con frecuencia, no resiste ni siquiera la mera proposición de debate. Ni la resistió nunca. No importan sus años en tercera, sus segundazos (líderes absolutos, por cierto, en las sesiones ligueras), los campeonatos de Andalucía, los de España, los europeos, la acumulación de títulos… pero lo usan sin recato porque les han educado en el mundo paralelo de la taberna donde los méritos deportivos se asientan en valores, como poco, discutibles, intangibles quizás. Todos los equipos del mundo poseen la mejor afición y la más fiel. Todos. Y los 50.000 socios (cifra que nosotros jamás podríamos conseguir en el Ramón Sánchez-Pizjuan porque es físicamente imposible) exigen una revisión profunda sobre precios de los abonos (ya han vivido episodios de abandono masivo histórico: por un duro de subida, se les largaron 800 de los 1500 que poseían) para y en buena lid, estudiar la política de asistencias masivas de que tanto presumen. A ninguno se le ha ocurrido pensar que el Sevilla más Grande de su Historia, lo hizo con bastantes socios menos. No les interesan ésas comparaciones. Ni las otras nueve de cada diez en que salen apaleados.

Habrá que ver, ahora que probablemente se acerquen al Olimpo, si ésa fidelidad se traduce en la misma afluencia pero… con precios acordes al nuevo status. Habrá que verlo.

Tampoco hablan de los “regalos” municipales en forma de Estadio y sus oscuras maniobras para lograrlo, con documentos firmados por los protagonistas que lo corroboran y que, a día de hoy, parece que todavía no han podido justificar el supuesto pago del beneficioso trato recibido en época de la dictadura. Porque son la clase popular y nosotros, la clase alta.

En cambio, nuestra última gran inversión, de entre todas las que hemos realizado a lo largo de nuestra Historia y a expensas exclusivamente de los sevillistas, nos proporcionó décadas de sequía. Crisis que, como tantas veces, superamos para hacernos más fuertes.

Hoy, los Twitter, Facebook y otras plataformas, sustitutos virtuales de aquellas tabernas, placebos, amplifican las burradas hasta límites insospechados, incontenibles, exponencialmente desternillante con cada nuevo espada que se incorpora, con cada nuevo iluminado al que leer la Historia del fútbol sevillano, la auténtica, no le ocupa mucho tiempo. Prefieren la tradición oral, la que tergiversa según convenga, la que inventa, la que falsifica, la que alimenta sueños imposibles pero, sobre todo, que pretende denostar al otro, al que sí brilla, al de los triunfos y los títulos. Tripas y corazón, pero poca instrucción. Humildad cero, dicho sea de paso.

Entiendo también el delirio por la “manita” sin que recuerden que es la primera vez (sí, la primera en toda la Historia) que lo consiguen. Ni una sola palabra, por ejemplo, al 22-0 en partido oficial que les endosamos tiempo ha y que en una infantil y pueril defensa, hablen de que abusamos de “niños” (cinco expulsados por juego violento, dicho sea de paso). Ni al desequilibrio apabullante de ésas manitas a favor del otro, del nuestro, en proporción de diez a una. Y es, como decía antes, más de un siglo de enfrentamientos en las diversas versiones en que se han ido configurando con los años. Entiendo, por tanto, que la única y primera les parezca que les haga una especie de justicia comparativa, que los acredite, que los redima de la dependencia insoportable de tantas décadas y de tanta humillación. Entiendo que ésta última, borramos las demás porque no nos interesa, sea la mejor, la grande, la más ilusionante… es la única y por ello, comprendo que le otorguen un valor excepcional.

Yo los entiendo.

También entiendo que anden luchando por participar en una competición menor y de segundo orden e, incluso, que pretendan ganarla el año próximo. Sobre todo porque la última vez que aparecieron por ahí, fuimos nosotros casualmente los que los desposeímos de la promesa de gloria. Por un penalti.

Han dicho de todo y nada bueno sobre la UEL… porque la hemos conseguido nosotros y ¡qué curioso!, una manita de veces.

Entendería que los hinchas de otros equipos de alguno de los gigantes europeos, pretendieran devaluar ésos cinco títulos en comparación con los que poseen “orejonas”. Pero que un seguidor de un equipo que ha competido en Europa, a cualquier nivel, en contadísimas ocasiones y ha salido mal parado en todas ellas, parece como que mueve a la compasión, sonrisa incluida, porque ir más allá resultaría hacerles un favor que no merecen.

Me encantará ver cómo luchan por lograr un “paragüero”. Siquiera sea uno.

Por eso y otras muchas cosas más que podría escribir, yo los entiendo.

Suerte.

Cuidaros.